Muchas veces nos encontramos en los noticieros de la Tv,
o en algún que otro fascículo especial del diario, o incluso más de moda aún,
en algunas páginas de internet, que se dedican a hacer estudios y reflexiones antropológicas sin ningún tipo de formación en el tema. Sobre todo si, como
suele suceder, se “viralizan” fotos o videos de “nuevas” poblaciones de las
cuales no conocíamos su existencia. Utilizo las comillas en el caso de la
última palabra, porque es siempre nuestro conocimiento y nuestro sistema
hegemónico de valores occidentales y cristianos quienes determinan la
existencia de un pueblo o no.
El hecho de colocarles el mote de “nuevos” hace alusión,
directa o indirectamente, al "descubrimiento" con todo lo que esto implica: el
devenir de la ciencia, las explicaciones fundamentadas, las religiones que
confrontan, las costumbres que se distinguen notoriamente de las nuestras, etc.
Frente a ello, un amplio sector de la población tiende a juzgar las distintas
características mencionadas, u otras, bajo sus propios parámetros culturales.
La conclusión es más que obvia: ¡Son salvajes!
No es la intención acá generalizar actitudes y comportamientos sociales, sino problematizar
algo que naturalizamos y creemos que existe desde siempre. Por ejemplo ¿Aceptaríamos acaso la existencia de una
tribu que practica el canibalismo? ¿Nos permitiríamos en nuestra cosmovisión la
presencia de pueblos que no reconocen al Estado Nacional como institución? ¿Cuadraría
otra religión, con otras prácticas, y que sea tan genuina como la cristiana? ¿Podríamos
dejar que se practique la medicina no científica? Estas y otras preguntas, la
mayoría sin respuesta, buscan en realidad cuestionar cuán natural es nuestra
explicación del mundo. Porque ¿no es eso la cultura? ¿la construcción de
respuestas para las problemáticas a las que nos enfrentamos?
Los casos que han aparecido en los últimos años vendrían
a traer más luz a esta cuestión. Antropólogos, etnólogos, historiadores y demás
personas de la ciencia se han encontrado en varias ocasiones con pueblos que
han tenido a lo largo de su existencia un mínimo contacto con las culturas
dominantes y los sistemas capitalistas.
El primero de ellos refiere a los Sentinelenses. Habitantes
de una pequeña isla del océano Indico que pertenece a la India, con una población
que se estima entre los 50 o 400 personas, la mayoría de los medios de
comunicación los trató como salvajes, lisa y llanamente. Conceptos como “caníbales”,
“edad de piedra”, “nómades” y demás adjetivos, lejos de intentar dar luz a las
primeras imágenes que se difundían, ofrecían por el contrario la imagen de un
pueblo digno de una película Hollywoodense: personas negras, semidesnudas, que
suelen practicar el canibalismo, son altamente violentos y reaccionan mal al
contacto externo (que, obviamente, siempre es bueno/benévolo si proviene de occidente).
El segundo caso, más cercano a nosotros, refiere a las
tribus recientemente fotografiadas en la selva amazónica. Ubicados en Brasil,
muy cerca de la frontera con Perú, y mucho menos conocidos, los contactos se
deben a los recorridos aéreos realizados sobre la región selvática en el último
tiempo. Según estas imágenes, podemos decir que existió alguna especie de
contacto con el mundo occidental, sobre todo por las herramientas que poseen y
que quedaron registradas (una olla y un machete).
Ubicados en el Estado Provincial de Acre, se estima que
es una población de 600 habitantes, que vive de la caza y la recolección, la
mandioca, la banana y demás oportunidades que le brinda el bosque profundo. Sus
enormes arcos y largas flechas impidieron que el helicóptero se acercara más al
lugar.
Un dato que debemos tener en cuenta es que el enemigo más
importante que tienen estas tribus es el capitalismo. Las resistencias al
contacto son también resistencias para proteger su lugar de residencia, en un
tiempo donde el avance de las multinacionales sobre la selva para el
aprovechamiento indiscriminado de madera ponga en duda la permanencia de éstas
tribus allí. De hecho, el desconocimiento por parte del Estado de la cantidad
de personas que efectivamente habitan la región deja abierta la puerta para que las empresas cometan
todo tipo de flagelos y violaciones a los derechos humanos elementales, e
incluso los fusilamientos, asesinatos y desapariciones.
Las conclusiones a las que podemos acceder son muy pocas,
pero hay una que no es menor: no quieren ser contactados. Ambos pueblos
demuestran una resistencia feroz al contacto, según lo comprendemos nosotros.
Pero ¿Qué es el contacto para ellos? Aquí es donde la empatía y la alteridad
son fundamentales. Debemos comprender lo que significaría para su cosmovisión este contacto.
Coordinador del Frente de Protección etnoambiental del FUNAI, José Carlos dos Reis Mereilles, sosteniendo flechas encontradas en la misma zona donde fueron fotografíadas estas tribus. |
El rol del Estado es fundamental, tanto en estos casos como en otros
que no hemos mencionado, pues en ambos ha tomado partido. ¿Cómo? En India,
luego del fracaso de su política de Intervención Progresiva, viró a un mecanismo de protección y no intervención. Por su parte, Brasil ha identificado zonas donde se
ubican pueblos desconocidos para nosotros. Recientemente, el FUNAI (Fundación
Nacional del Indio), un órgano del gobierno que establece y desarrolla
políticas relacionadas con los pueblos indígenas, elaboró un mapa al respecto,
en un intento de evitar que foráneos y extranjeros invadan estos territorios.
Ahora bien ¿Seremos
capaces como occidentales de respetar la decisión de algunos pueblos de
resistirse al contacto? ¿O acaso acudiremos a nuestra ignorancia occidental para quebrantar dicha voluntad bajo el pretexto de la ciencia y el conocimiento?
Bibliografía
BARTOLOMÉ, Miguel. Librar el camino. Editorial
Antropofagia, 2007.
DESCOLA, Philippe. Diversidad de naturalezas, diversidad de
culturas. Capital Intelectual, 2016
GEERTZ, Clifford. La interpretación de las culturas.
Gedisa, 1973.