viernes, 30 de septiembre de 2016

La resistencia de los Otros y el derecho a no ser conocidos

            Muchas veces nos encontramos en los noticieros de la Tv, o en algún que otro fascículo especial del diario, o incluso más de moda aún, en algunas páginas de internet, que se dedican a hacer estudios y reflexiones antropológicas sin ningún tipo de formación en el tema. Sobre todo si, como suele suceder, se “viralizan” fotos o videos de “nuevas” poblaciones de las cuales no conocíamos su existencia. Utilizo las comillas en el caso de la última palabra, porque es siempre nuestro conocimiento y nuestro sistema hegemónico de valores occidentales y cristianos quienes determinan la existencia de un pueblo o no.
            El hecho de colocarles el mote de “nuevos” hace alusión, directa o indirectamente, al "descubrimiento" con todo lo que esto implica: el devenir de la ciencia, las explicaciones fundamentadas, las religiones que confrontan, las costumbres que se distinguen notoriamente de las nuestras, etc. Frente a ello, un amplio sector de la población tiende a juzgar las distintas características mencionadas, u otras, bajo sus propios parámetros culturales. La conclusión es más  que obvia: ¡Son salvajes!
            No es la intención acá generalizar actitudes y comportamientos sociales, sino problematizar algo que naturalizamos y creemos que existe desde siempre. Por ejemplo ¿Aceptaríamos acaso la existencia de una tribu que practica el canibalismo? ¿Nos permitiríamos en nuestra cosmovisión la presencia de pueblos que no reconocen al Estado Nacional como institución? ¿Cuadraría otra religión, con otras prácticas, y que sea tan genuina como la cristiana? ¿Podríamos dejar que se practique la medicina no científica? Estas y otras preguntas, la mayoría sin respuesta, buscan en realidad cuestionar cuán natural es nuestra explicación del mundo. Porque ¿no es eso la cultura? ¿la construcción de respuestas para las problemáticas a las que nos enfrentamos?
            Los casos que han aparecido en los últimos años vendrían a traer más luz a esta cuestión. Antropólogos, etnólogos, historiadores y demás personas de la ciencia se han encontrado en varias ocasiones con pueblos que han tenido a lo largo de su existencia un mínimo contacto con las culturas dominantes y los sistemas capitalistas. 

            El primero de ellos refiere a los Sentinelenses. Habitantes de una pequeña isla del océano Indico que pertenece a la India, con una población que se estima entre los 50 o 400 personas, la mayoría de los medios de comunicación los trató como salvajes, lisa y llanamente. Conceptos como “caníbales”, “edad de piedra”, “nómades” y demás adjetivos, lejos de intentar dar luz a las primeras imágenes que se difundían, ofrecían por el contrario la imagen de un pueblo digno de una película Hollywoodense: personas negras, semidesnudas, que suelen practicar el canibalismo, son altamente violentos y reaccionan mal al contacto externo (que, obviamente, siempre es bueno/benévolo si proviene de occidente).



           Mucho podría decirse sobre los Sentinelenses. Los primeros contactos datan desde fines del siglo XIX, donde el auge de los niños lobos condujo a que dos pequeños niños fueran secuestrados y utilizados para su investigación. También hay registros de gente que ha intentado realizar algún tipo de visita en barco y que fueron recibidos de manera hostil. Allí se tomaron algunas de las imágenes que se adjuntan. Más adelante, los reconocimientos en helicóptero u aviones obtuvieron otras fotografías que terminaron de construir la figura de salvaje que se mencionaba antes: personas que con arcos y lanzas responden a la mirada “pacífica” de occidente. La mayoría de los medios de comunicación llegó a argumentar que se resistieron a la ayuda humanitaria frente al tsunami de diciembre de 2004, y que frente a las misiones de auxilio con provisiones respondieron de igual modo. Finalmente, la República de la India interrumpió sus intentos de realizar contactos progresivos y paulatinos (que habían iniciado en los ´60), luego de que en 2006 los Sentinelenses acabaran con la vida de dos pescadores.


            El segundo caso, más cercano a nosotros, refiere a las tribus recientemente fotografiadas en la selva amazónica. Ubicados en Brasil, muy cerca de la frontera con Perú, y mucho menos conocidos, los contactos se deben a los recorridos aéreos realizados sobre la región selvática en el último tiempo. Según estas imágenes, podemos decir que existió alguna especie de contacto con el mundo occidental, sobre todo por las herramientas que poseen y que quedaron registradas (una olla y un machete).
            Ubicados en el Estado Provincial de Acre, se estima que es una población de 600 habitantes, que vive de la caza y la recolección, la mandioca, la banana y demás oportunidades que le brinda el bosque profundo. Sus enormes arcos y largas flechas impidieron que el helicóptero se acercara más al lugar.




            Un dato que debemos tener en cuenta es que el enemigo más importante que tienen estas tribus es el capitalismo. Las resistencias al contacto son también resistencias para proteger su lugar de residencia, en un tiempo donde el avance de las multinacionales sobre la selva para el aprovechamiento indiscriminado de madera ponga en duda la permanencia de éstas tribus allí. De hecho, el desconocimiento por parte del Estado de la cantidad de personas que efectivamente habitan la región deja abierta la puerta para que las empresas cometan todo tipo de flagelos y violaciones a los derechos humanos elementales, e incluso los fusilamientos, asesinatos y desapariciones.
            Las conclusiones a las que podemos acceder son muy pocas, pero hay una que no es menor: no quieren ser contactados. Ambos pueblos demuestran una resistencia feroz al contacto, según lo comprendemos nosotros. Pero ¿Qué es el contacto para ellos? Aquí es donde la empatía y la alteridad son fundamentales. Debemos comprender lo que significaría para su cosmovisión este contacto.
Coordinador del Frente de Protección etnoambiental del FUNAI, José Carlos dos Reis Mereilles, sosteniendo flechas encontradas en la misma zona donde fueron fotografíadas estas tribus.

          El rol del Estado es fundamental, tanto en estos casos como en otros que no hemos mencionado, pues en ambos ha tomado partido. ¿Cómo? En India, luego del fracaso de su política de Intervención Progresiva, viró a un mecanismo de protección y no intervención. Por su parte, Brasil ha identificado zonas donde se ubican pueblos desconocidos para nosotros. Recientemente, el FUNAI (Fundación Nacional del Indio), un órgano del gobierno que establece y desarrolla políticas relacionadas con los pueblos indígenas, elaboró un mapa al respecto, en un intento de evitar que foráneos y extranjeros invadan estos territorios.




           Ahora bien ¿Seremos capaces como occidentales de respetar la decisión de algunos pueblos de resistirse al contacto? ¿O acaso acudiremos a nuestra ignorancia occidental para quebrantar dicha voluntad bajo el pretexto de la ciencia y el conocimiento?

Bibliografía

BARTOLOMÉ, Miguel. Librar el camino. Editorial Antropofagia, 2007.

DESCOLA, Philippe. Diversidad de naturalezas, diversidad de culturas. Capital Intelectual, 2016

GEERTZ, Clifford. La interpretación de las culturas. Gedisa, 1973.