lunes, 6 de abril de 2020

Antropología: Etnografía en cuarentena


Recién termino de leer los trabajos que entregaron de ETNOGRAFÍA EN CUARENTENA. No sabía muy bien cómo responder, porque muchos y muchas de ustedes se volcaron a hacer un relato intimista y detallado de su convivencia. Me contaron y confiaron cosas personales y privadas, y eso no hay manera de corregirlo.
Creí conveniente hacer una devolución general, y también contar algunas particularidades de mi encierro, a modo de gratitud por su confianza hacia mí.
Noté que muchos de ustedes se pusieron a reflexionar sobre la vivencia en familia. Reniegan del encierro, tienen que construir nuevas rutinas de vida, se conocen al detalle con sus padres, madres, tíos/as, abuelos/as y hermanos/as, con todas las cosas buenas y malas que eso arrastra. Eso nos pasa a todos. Mi caso particular, soy papá y pareja las 24 hs los 7 días de la semana. Requiere de mucho sacrificio, de muchísima paciencia, y también mucho estrés. Pero busco el lado positivo. Comparto con mi hijo como nunca, lo escucho aprender sus primeras palabras mientras mi hija hace sus primeras cuentas de la escuela y le enseño a leer. Con mi pareja las cosas fluctúan bastante. Vamos del amor profundo al desencuentro, del compañerismo al aislamiento. Compartir, una palabra grandísima, se modifica en cuarentena. Me armo de paciencia, como la mayoría, respiro tres veces, cuento hasta diez, y empiezo de nuevo.
No tengo privacidad, como también escribieron. Eso es quizá, lo más difícil. De hecho, estoy escribiendo esto con auriculares mientras el pequeño Salvador me grita algún balbuceo que, si estuviera prestándole atención, entendería. Mi hija está armando la choza número 29 de la cuarentena, y mi pareja hace magia para que no me distraigan, mientras cocina, y yo poder terminar esto.
Para mi algo de privacidad es fundamental, por muchas cosas, pero sobre todo porque amo escribir. Es mi cable a tierra. Saber que hace semanas que no puedo escribir un poema, o un artículo, me desespera bastante.
Por otro lado, inicié mi carrera de youtuber. Siempre quise hacerlo y encontré en la cuarentena una excusa perfecta. Ojalá les guste, intento mejorar cada día. Quiero empezar a recomendar libros que me gustan y disfruto mucho, y hablar de temas que disfruto. Quiero hacer pensar a la gente. Quiero intentarlo al menos.
También me convencí de empezar a mostrar la poesía que escribo, y creo que muchos y muchas de ustedes deberían hacer lo mismo. Mostrar lo que hacen. Y si no hacen, empezar... ¿Qué los detiene? Estoy seguro que cada uno y cada una de ustedes tienen algo interesante que mostrar al mundo.
Leo que algunos están cargados de miedo, de inseguridad. El noticiero está muy presente en sus vidas, más a tono de amenaza que de información. A decir de Eduardo Galeano, en su escrito “El miedo manda”:

El Miedo Manda
Habitamos un mundo gobernado por el miedo, el miedo manda, el poder come miedo, ¿qué sería del poder sin el miedo? Sin el miedo que el propio poder genera para perpetuarse.
El hambre desayuna miedo.
El miedo al silencio que aturde las calles.
El miedo amenaza.
Si usted ama tendrá sida.
Si fuma tendrá cáncer.
Si respira tendrá contaminación.
Si bebe tendrá accidentes.
Si come tendrá colesterol.
Si habla tendrá desempleo.
Si camina tendrá violencia.
Si piensa tendrá angustia.
Si duda tendrá locura.
Si siente tendrá soledad.
Que no nos mande el miedo. Sintámonos privilegiados que tenemos un techo donde dormir, una cama caliente, un plato de comida. Tenemos entretenimiento en exceso, pero tenemos. Ropa limpia, familia (como sea que esté conformada, pero no están solos ni solas)… todavía tenemos deseos, sueños, aspiraciones.
Que la cuarentena sea un aprendizaje para volver. Piensen sí, cuando vean a sus amigos y amigas, estarán con el teléfono en las manos o lo guardarán para abrazarse, para darse la mano. Diganmé si no tienen ganas de abrazar o darle un beso a alguien. Compartir un mate calentito, mirar al cielo y sentir ese frío de los primeros vientos de otoño que a mi tanto me gusta. Escuchar el crujir de las hojitas muertas al pisarlas. Sentir el calor de una risa auténtica.
Que la cuarentena sea un aprendizaje para volver a encontrarnos como humanos, como personas, como grupo social. Para entender de una vez que la tecnología es una herramienta, pero que de ninguna manera suplanta una amistad cuerpo a cuerpo.
Aprendamos lo lindo que es caminar el pueblo, sentarse en una plaza a tomar mates, y charlar… sin fotos, sin música, sin redes sociales. Solo ustedes, nosotros.
Aprendamos, sin que el miedo mande.

Andrés.


Les comparto esta canción de uno de mis músicos preferidos, Silvio Rodriguez, trovador cubano. Se llama CANCIÓN DEL ELEGIDO, y habla de desafiar a los miedos.
Ojalá la disfruten tanto como yo cada vez que la escucho. 
La canción acá


NOTA: Solo registro quién entregó y quién no. Es un trabajo que no lleva nota.